lunes, 20 de enero de 2014

Como responsable de sostenibilidad, ¿cueces o enriqueces?


La televisión es lo que tiene; entre los programas de chef y los de hacer cupcakes, a todo el mundo le ha dado por empezar a probar suerte entre fogones. Con recetas antiguas o con versiones mejoradas. Yo he repasado mi receta de éxito (o fracaso) profesional en esta misión sin fin de integrar la sostenibilidad en el negocio hace ya un tiempo. ¿Qué he hecho? ¿Qué podría haber hecho? ¿Qué me faltó? ¿Qué me sobró? ¿He tenido los utensilios necesarios? ¿Cuál fue la receta con la que triunfé? ¿Y el ingrediente que me falló? ¿Qué puede mejorar? ¿Cómo seguir avanzando? Durante los últimos meses me ha dado por autoanalizar cuál ha sido mi forma de trabajar, desarrollar y liderar los aspectos de sostenibilidad durante los más de 10 años que llevo trabajando con ellos.
La primera conclusión de esta auto-investigación es que mi forma de liderar ha sufrido una evolución. Una revolución si comparo cómo trabajo hoy, con la forma en la que lo hacía en mis comienzos. Soy menos directiva (hacer esto, lo otro… lo dice el estándar tal, este otro dice…), tengo mayor visión global del negocio y además desde una perspectiva de la sostenibilidad y he dejado de perseguir a la gente (ahora algunos ya hasta vienen solos con sus propios retos sociales y ambientales).
La segunda conclusión es que me he dado cuenta que en esa evolución ha influido la propia evolución de las organizaciones y del entorno al que me enfrento. Y ante un entorno cambiante, dentro y fuera de casa, debo reforzar o incorporar algunos aspectos clave en mi estilo de liderazgo para seguir con mi misión: integrar la sostenibilidad como oportunidad de negocio.
¿Qué necesito hoy como responsable de sostenibilidad para ayudar a mi organización a conseguir los objetivos de negocio? He identificado tres ingredientes clave que quiero incorporar en mi receta profesional durante este año 2014. Son estos tres:
100 gramos de coach + una pizca de mentor:
En una entrevista de trabajo me explicaron que se esperaba de mí que fuera la “mosca coj…(perdón queda más fino “perseguidora incansable”)” para que todas las funciones de la organización adoptaran prácticas más responsables. Durante una gran parte de mi carrera profesional así lo he hecho: diciendo a todos lo que deberían hacer, lo que los estándares dicen que deberíamos hacer, lo que hace el competidor tal o cual… 
Y cuando echas la vista atrás, la verdad es que este rol nos ha ayudado a mejorar y avanzar hacia criterios más responsables. Pero la verdad es que, ya no podemos seguir vendiendo nuestro libro. Es necesario combinar nuestro rol de mentor (informa y forma desde la experiencia y la observación) con el de coach (hace consciente y reta). Tenemos que dar menos lecciones y hacer más preguntas. Tal vez las respuestas tardan en llegar, y cuando llegan, no son tan perfectas como querríamos pero sí serán más genuinas y ligadas al negocio. Para ello, es fundamental dar un paso atrás y empezar a ejercer como actriz o actor secundario.
Un cucharada sopera de actriz o actor secundario.
La verdad es que hace mucho que no voy a jornadas de RSC, así que es probable que esta reflexión que hago ahora haya cambiado algo. Si lo pensamos, los que trabajamos en esto de la RSC bien valemos para un roto o para un descosido. Lo mismo hablamos de los planes de igualdad de nuestra compañía, que de los planes de eficiencia energética, que de las últimas mejoras del código de conducta a proveedores. ¿Dónde están los verdaderos culpables de dichas bondades? 
Creo que ha llegado el momento de dar un paso atrás y de ceder el papel de actor principal a los verdaderos protagonistas, no solo para contarlo, que también, sino primero para hacerlo, gestionarlo y mejorarlo. Yo utilizo el modelo ARC Tool para la definición de los planes de acción de sostenibilidad (en inglés: accountableresponsible y contributor). Me he dado cuenta de que el éxito para avanzar con nuevas formas de trabajar ocurre cuanto más abajo está el responsable de sostenibilidad en el nivel de “actuación”. Mi rol, en estos 10 años de experiencia laboral, se está desplazando desde la figura de “accountable” a la de “contributor”. Cuanto más arriba estás, más posibilidades hay de que la acción sea vista como una idea de los verdes o una “cosa” más sostenible. 
Yo creo que no debería haber un plan de sostenibilidad, sino un plan de negocio en el que la sostenibilidad contribuye a los objetivos generales definidos por la organización (contribuye o incluso a veces redefine los objetivos!). Y para poder ejercer ese papel de contribución es importante seguir mirando qué pasa fuera de la caja. Mirando desde una perspectiva que va más allá de lo intrínsecamente ligado al negocio. Una mirada con un enfoque de responsabilidad ética, social y ambiental. Ahí entra en juego el tercer y último ingrediente.
1 litro de captador de tendencias:
Los que hemos trabajado impulsando la sostenibilidad dentro de las organizaciones siempre hemos tenido muy desarrollada esta competencia. Yo creo que a veces ha formado parte de nuestro hobby el recoger las tendencias más allá de lo que se espera como negocio. Muchos de los aspectos que hoy son riesgos, retos o buenas prácticas reconocidas han sido detectados por gestores de sostenibilidad en alguna organización. 
Este enfoque futurista (para algunos) o enfoque a largo plazo fuera de la caja siempre ha formado parte de nuestra despensa, de nuestra forma de hacer, entender lo que el entorno nos dice. El reto ahora es cómo gestionar esta despensa con un sistema IN-OUT para no provocar ingredientes caducos y que luego solo indigestan a las organizaciones. Cómo canalizar tanta información de forma eficiente y cómo hacerla llegar dentro de la organización. Estas tendencias y este enfoque 360º nos permite ayudar a nuestras organizaciones a seguir, no solo minimizando riesgos, aprovechando oportunidades, sino también como caldo de cultivo para una innovación ética, social y ambiental. Al fin y al cabo, los responsables de sostenibilidad / RSC nos hemos convertido en  los intra-emprendedores sociales dentro de nuestra casa. Nuestra función es lo que tiene, que siempre nos obliga a mirar la largo plazo y a mirar con ese enfoque del que hablaba antes.


Hoy soy una privilegiada que sigue aprendiendo; esta ha sido mi constante durante toda mi vida profesional y también personal. Aprendo de la gente que voy conociendo y  especialmente de la gente que cuando les dices “Tengo que hablar contigo” automáticamente se bloquean y piensan: “uf el planeta y la acción social… a ver cómo salgo de ésta de forma políticamente correcta”.
Estén todos tranquilos, las personas que trabajamos en esto de la sostenibilidad estamos a su lado y al lado de los objetivos de la organización. ¡Nunca hemos estado al otro lado! Pero tal vez, hemos querido ir muy deprisa. Sabemos que hay recetas y platos que necesitan su tiempo. De hecho algunos, como los guisos, están mejor al día siguiente. Así que, bienvenidos a una nueva forma de cocinar, que eso es al fin y al cabo nuestra misión: cómo integrar la sostenibilidad con todos los ingredientes que hacen realidad la receta de éxito de las organizaciones.
Bon appetit! (que aproveche!)